
Chimbote en Línea. - El trabajo en equipo suele asociarse con colaboración, creatividad y resultados compartidos. Sin embargo, lograr que esas promesas se cumplan requiere más que reunir a personas con talento. Para Jonathan Golergant, rector de la Universidad Tecnológica del Perú (UTP), formar equipos saludables implica construir ambientes laborales donde prime la confianza y todos se sientan seguros para aportar desde su autenticidad.
“El verdadero trabajo en equipo no es solo hacer tareas juntos, es generar una dinámica en la que todos puedan expresar ideas, diferir con respeto y sentirse valorados”, señala. La efectividad colectiva parte de una cultura que prioriza el bienestar emocional, la transparencia en la comunicación y la claridad en los objetivos comunes.
Más allá del entusiasmo: construir confianza
Aunque muchas veces se idealiza el trabajo colaborativo, la realidad muestra que no todos los equipos funcionan bien de forma automática. Desde los espacios de liderazgo, es clave construir una cultura organizacional donde el desacuerdo no sea una amenaza, sino una oportunidad. “Cualquier mecanismo para implementar en la toma de decisiones en equipo procesos que permitan la expresión del desacuerdo puede hacer que el trabajo en grupo sea una experiencia gratificante y enriquecedora para todos”, señala Golergant.
Por eso, el rol del líder es clave. La responsabilidad de evitar decisiones negativas no recae solo en los miembros del equipo, sino en los líderes que diseñan los procesos. Crear espacios seguros para estar en desacuerdo, nombrar un moderador en el equipo o simplemente dar tiempo para pensar y escribir distintas alternativas antes de tomar decisiones son formas sencillas y poderosas de mejorar el trabajo en equipo.
Este tipo de liderazgo permite que emerjan ideas diversas, que se corrijan errores sin miedo y que se promueva una mejora continua basada en la confianza mutua. De lo contrario, los equipos corren el riesgo de operar desde la complacencia o la rigidez, limitando su capacidad de aprendizaje y adaptación.
Fortalecer una cultura organizacional saludable no solo es un tema ético, sino también una ventaja estratégica. Equipos cohesionados, diversos y motivados logran mayor innovación, compromiso y sostenibilidad en el tiempo.
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