Chiclayo en Línea.- Wuhan sale ganador de la pelea de la humanidad contra el corona virus. Este es un virus democrático del que pocas naciones, clases y personas se salvan. Victoria dolorosa, saludo de codo a codo, pero de la mayor importancia para la salud, el bienestar y el futuro del pueblo chino y de todos nosotros.
Luego de haber sufrido 81.000 casos de contagio, 3.200 muertos y en que 71.000 han superado el virus, según las cifras oficiales (véase web), Wuhan estuvo en cuarentena y enclaustramiento. Tras un cierre de más de cincuenta días, hizo retroceder al contagio. Lo venció.
Vale entonces recordar que esta vigorosa ciudad de once millones de personas, del tamaño de Lima y Callao, atacada a fondo por el COVID-19, es capital provincial de Hubei, la provincia de casi sesenta millones de habitantes, que ya produce el 4% del PBI chino. Importante.
También es un verdadero triunfo político porque desde el año pasado, Wuhan ha sido el ensayo general de una solución cooperativa y disciplinada que enfrentó al asalto de la letal corona virus, dando una batalla que sirve de ejemplo al resto de la humanidad. Si se puede.
Resultado de la mayor importancia puesto que Wuhan es uno de los principales núcleos ciudadanos de la renovada modernidad china, siendo el motor del proyecto de las nuevas rutas de la seda, perspectiva estratégica planetaria que alienta el Estado gobernado por el partido de Xi Jinpin.
Es también el ensayo victorioso del nuevo plan productivo de Hubei. Está basado en una combinación de redes de fábricas, talleres, laboratorios, la ciencia, la biotecnología y la innovación. Esta es una iniciativa articulada de lo tradicional y lo nuevo, que bosqueja el sentido de la postmodernidad china. Por eso han sido capaces de alimentar un sistema de salud eficaz, mediante circuitos logísticos sincronizados, abastecidos por mercados interiores, una supply chain mundializada.
Por lo pronto se trata del funcionamiento de un emporio concentrado de fablabs hecho de laboratorios, equipos, destrezas y productos, resultados de las nuevas tecnologías internacionales de la cuarta revolución industrial, adaptadas a las necesidades internas.
Piense, amable lector, en las impresoras del internet de las cosas usadas para dotar de mascarillas al personal médico y los prestadores de salud. O en los hospitales edificados en menos de dos semanas por la automatizada pluma de la ingeniería civil de Huabei.
De esta observación se advierte que China ya tiene no solo a los mejores ingenieros y especialistas industriales, -tan buenos como sus médicos infectólogos en lucha contra el virus- capaces de establecer, para fines de las nuevas rutas comerciales de la seda, un gran Nodo de producción de locomotoras de alta velocidad y de una infraestructura automatizada de transporte multimodal, basado en modernísima construcción ferroviaria. Costos a la baja y competencias técnicas al alza. En ambos casos, sus ingenieros millenials y sus limpios constructores de la hidroeléctrica de las “tres gargantas” han logrado, desafiar y virtualmente derrocar, al competitivo cabotaje marítimo de la hoy superada- por antigua- ruta de la seda.
Promueve además la transición energética, del carbón a la energía eléctrica, y también es sede de las más modernas empresas de electrónica, computación, celular e informática, inteligencia artificial y software de comunicaciones del tipo Huawei.
No solo es un Silicon valley, a la imagen del creativo valle californiano de los Estados Unidos, sino que también es el centro verde de la innovación y regulación técnica, ambas compartidas, lo que viene aparejado con nuevas tecnologías de la información, todas a costos decrecientes, que reverdecen sectores tradicionales, un buen ejemplo, el propio tren rápido, mayor velocidad, capacidad de carga y movilización de containers.
También es cuna de la electrónica industrial y motor de la innovación técnica y científica de la industria industrializante, ambientalmente compatible, que alberga a las más prestigiosas firmas mundiales del automóvil, de origen japonés, francés por ejemplo Nissan, Renault, alemán, coreano. Siguen a General Motors. Esta se salvó de la debacle y la quiebra, cuando advirtió que la salida a sus penurias competitivas estaba en la deslocalización de oneroso Detroit hacia el espacio chino, ensamblando y exportando partes y piezas desde su nueva sede a su propio país de origen. Y lo que es más importante, encontrando un fuerte comprador al interior del propio mercado chino, alimentado por la última moda de la industria del auto, cuyos manuales teóricos y conocimientos prácticos se encuentran en las bien nutridas librerías de Dangdangwang o Taobao.
La producción de fibra de banda ancha en Wuhan muestra el nuevo rumbo en que China ha devenido en un proveedor de talla internacional en las telecomunicaciones y ciertamente de la optoelectrónica, cuyo instituto figura al lado del liderazgo de prestigiosas instituciones germanas.
Quiere decir que Wuhan encarna el sentido de modernidad implícito en la selección de nuevas industrias industrializantes, ambientalmente compartidas, cuyas funciones de producción están basadas en los progresos de la ciencia, la tecnología y la innovación ingenieril, el uso de inteligencia artificial, las operaciones del “big data” y las otras tecnologías de punta, como el reconocimiento facial, aplicaciones de neurociencias y bioingeniería.
Sorprende, en consecuencia, el virus. Nos llena de interrogantes que este gamarra productivo, comercial e industrial, separado por los ríos Yangtsé y Han, lleno de parques y lagos, demografía controlada, haya sido víctima del ataque biológico del corona virus con numerosas bajas y efectos colaterales. Habrá que investigar las causas.
Nótese, como reflexión final, que China es un gran jugador en los mercados de insumos y materias primas, cobre o petróleo. También en la demanda internacional. De las bolsas de commodities e inversiones mineras. Es un clúster de salida, caso de las líneas de electrodomésticos o de ensamblaje de televisores en que lidera claramente a sus competidores, algunos de ellos importadores desde empresas chinas en el exterior. Y si se lee su constitución, el socialismo de mercado tiene el mandato de luchar contra la desigualdad, la pobreza, el hambre, los cambios climáticos, la intolerancia, el racismo y sus políticas de exclusión. (Por: Gonzalo García Núñez* Otra Mirada.pe)
*ingeniero Industrial
Comentarios