Chiclayo en Línea.- Después de largos años de lucha de las mujeres en el Perú se logró el derecho a la ciudadanía y el derecho al sufragio universal. Es así que en las Elecciones del 17 de junio de 1956 un sector importante de mujeres peruanas votó por primera vez, resultando casi una tercera parte del total de electores. En aquella oportunidad se eligieron 174 diputados y 8 diputadas, así como 52 senadores y una senadora.
De aquella época a esta muchas cosas han cambiado, no obstante, las mujeres peruanas aún no estamos debidamente representadas pese a que en términos poblacionales y electorales somos un poco más de la mitad.
Por ello, en los últimos años se estableció mecanismos de cuotas para garantizar la participación y representación de las mujeres en la vida política del país. De este modo, en el año 2014 fueron electas 2511 regidoras distritales, 444 regidoras provinciales y 63 consejeras regionales. Sin embargo, la participación de las mujeres en cargos ejecutivos como alcaldesas en las elecciones fue mínima, alcanzando el 2.8% frente a los hombres y sólo se eligió a una gobernadora regional frente a 24 gobernadores regionales.
El Parlamento no es la excepción. La representación de la mujer en el Congreso es muy inferior frente a los hombres, 36 mujeres congresistas electas de los 130 representantes.
Entonces, en relación a las cuotas de género, hay que precisar que han sido buenas intenciones, pero no ha logrado colocar a las mujeres en los espacios de toma de decisiones, pues esta cuota es burlada cuando las mujeres son ubicadas en las listas en posiciones con pocas probabilidades de ser elegidas y resulta un mero formalismo para que las organizaciones políticas cumplan la norma. Ello lo podemos verificar en los resultados de las últimas elecciones regionales y municipales.
Entonces, frente a esta problemática es necesario aprobar la paridad y la alternancia en las elecciones al Congreso bajo un principio de igualdad sustantiva, para garantizar que las mujeres se encuentren adecuadamente representadas.
No obstante, creemos que las cuotas, la paridad y alternancia serán insuficientes si no vienen acompañadas de reformas profundas para combatir las diversas brechas de género para que las mujeres accedan a educación, salud sexual, salud reproductiva, justicia, trabajo digno, etc.
Ello pasa por implementar el enfoque de género en las políticas, como por ejemplo en la política de educación, para eliminar del imaginario social de las próximas generaciones la idea de que las mujeres son objetos de propiedad del hombre, que solo sirven para cocinar, hacer limpieza, cuidar a los hijos/as y procrear, y que por lo tanto no deben acceder al espacio público y menos a espacios donde se toman decisiones que atañen a toda la comunidad.
Solo así las mujeres tendremos una real igualdad de condiciones que los hombres para competir en elecciones; además, no sólo tendremos paridad en la representación, sino también calidad en la representación de las mujeres de nuestra patria.
Por lo tanto, la aprobación de la paridad y alternancia no debe ser vista como una caridad, sino como un derecho que coadyuvará a la democratización del poder. ( Por: Tania Pariona Tarqui)
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