Chiclayo en Línea.- Corría el mes de agosto de 1994 y mientras Alberto Fujimori recorría todo el país inaugurando obras y regalando cosas con dinero del Estado, perfilando su indudable camino a la reelección cocinada con un cambio constitucional tras un autogolpe en 1992, el exsecretario general de las Naciones Unidas, Javier Pérez de Cuéllar anunciaba -con un perfil bajo y acompañado de los pocos medios que aún no se habían plegado a la collera fujimorista- que iba a postular a la presidencia de la República en las elecciones de 1995.
El diplomático sabía que no las tenía todas consigo, se enfrentaba a una maquinaria que ya contaba con el respaldo del todopoderoso Servicio de Inteligencia manejado por Vladimiro Montesinos, aquel que años más tarde -aún Pérez de Cuéllar no lo sabía- se encargaría de ir destruyendo mediáticamente a todo aquel que osara confrontar a la autocracia instaurada por la dupla Fujimori – Montesinos.
"Yo soy un candidato independiente. Soy un hombre independiente", señaló Pérez de Cuéllar en un discurso en el distrito de Villa El Salvador, primer punto de la campaña limeña luego de recorrer algunas provincias en el sur del país.
Un mes después, el 23 de septiembre de 1994, Pérez de Cuellar hizo oficial su lanzamiento a la carrera presidencial, ya en conferencia de prensa, ahora sí con la expectativa de todos los medios, los nacionales y los extranjeros. El diario El País de España lo recuerda así en su edición impresa de aquel entonces:
“Como un maestro hablando a sus alumnos, el ex secretario general de las Naciones Unidas, Javier Pérez de Cuéllar, confirmó el jueves lo que todos los peruanos intuían: que será candidato a la presidencia de Perú en las elecciones generales de abril de 1995. En un breve discurso, en el que cada palabra parecía haber sido profundamente meditada, Pérez de Cuéllar fue explicando los motivos que le llevaron a tomar esta decisión a los 74 años.”
En ese momento nacía oficialmente Unión por el Perú (UPP) el partido fundado por el diplomático junto al exparlamentario cusqueño Daniel Estrada y al -hasta entonces- desconocido José Vega Antonio (quien años después se encargaría de ofrecer el partido al mejor postor, deslegitimando el legado de Pérez de Cuéllar)
La campaña, como era de esperarse, fue desigual. Fujimori contaba con los recursos del Estado que eran utilizados sin ningún filtro ni fiscalización, los medios de comunicación lo respaldaban y en algunos casos se saboteaba las presentaciones de Pérez de Cuéllar en diversos puntos del país. Los regalos de Fujimori y la inauguración de colegios, carreteras, y otras obras calaron en una población necesitada que finalmente le dio su respaldo (en medio de denuncias de fraude) obteniendo el 64.3% de los votos válidos (más de 4 millones 600 mil votos) frente al 21,5% de UPP (más de un millón y medio de votos) lo cual le valió tener 17 parlamentarios, siendo la primera minoría frente a los 67 que obtuvo la agrupación fujimorista Cambio 90.
El chuponeo
Dos años después de la elección, se conoció que el fujimorismo “chuponeó” a sus rivales políticos, entre ellos al mismo Pérez de Cuéllar en pleno proceso electoral. El excandidato presidencial de UPP fue tajante al rechazar esta práctica delictiva de espionaje: "Nadie en Perú puede decir que tiene una vida privada respetada. Me siento como una persona a quien los ladrones han invadido su casa, pero en vez de los muebles robaron la privacidad de su familia".
Más de mil conversaciones de Pérez de Cuéllar con su familia y su equipo de campaña fueron conocidas en los medios. Las conversaciones fueron realizadas entre el 15 de octubre de 1994 y el 15 de agosto de 1995 en plena campaña y se conocían algunas de las estrategias electorales de UPP que fueron posteriormente neutralizadas por el SIN.
A dos años de las elecciones para el 2000 y ante la inminente intención de Fujimori de perpetuarse en el poder, Pérez de Cuéllar no tuvo tiempo para la tibieza y fue muy duro en rechazar estas prácticas. El País recoge:
"No tengo la más mínima confianza en las elecciones del 2000. Esto es delincuencia y como tal hay que castigarla. El Gobierno tiene la obligación de investigar, y espero que el juez encargado no sea escogido a dedo, porque ya estamos cansados de que los jueces que investigan los escándalos del Gobierno se nombren ad hoc".
Pérez de Cuéllar en la transición
A pesar del maltrato, Pérez de Cuéllar no dudó un minuto en ponerse de nuevo al servicio del país. Tras la huida de Fujimori y Montesinos, asume el gobierno el presidente del Congreso, Valentín Paniagua quien convoca al diplomático para que lidere el gabinete ministerial del gobierno de transición y fuera ministro de Relaciones Exteriores.
Pérez de Cuéllar, quien radicaba en París, asume el reto y regresa a nuestro país para cumplir con el encargo que además significaba preparar el terreno para el retorno a la democracia.
Como canciller promovió la anulación de la resolución suprema que cesó de sus funciones a 117 funcionarios diplomáticos de carrera, después del autogolpe de 1992 y como presidente del Consejo de Ministros, disminuyó en 424 millones de dólares los gastos militares y se capturó al ex asesor presidencial Vladimiro Montesinos con la “Operación Jaque Mate”.
Pérez de Cuéllar y su amor por Alianza Lima
Un dato adicional y poco conocido del exsecretario general de la ONU, es su gusto por el futbol y su simpatía por el club peruano de fútbol Alianza Lima. En una entrevista del 2013 a RPP, Pérez de Cuéllar se declaró hincha del club victoriano y admirador de dos leyendas del equipo: “De joven he sido hincha de Alianza Lima, tenía admiración por Alejandro Villanueva, el ‘Mago’ Valdivieso".
“Me gusta el fútbol, jugué alguna vez en el colegio. Y siempre hemos sufrido o renegado con la selección peruana, tal vez no expresábamos lo que sentíamos, pero dentro de mi casa sí nos ponemos furiosos cuando pierde la selección. No se puede ser peruano sin ser un poco futbolista”, añadió en aquella entrevista.
Así era Javier Felipe Ricardo Pérez de Cuéllar de la Guerra el abogado que optó por la diplomacia y que ocupó uno de los cargos más altos que esa carrera le permitía y que nunca dudó en ejercer la política cuando había que hacerlo. Una pérdida lamentable en este país que hoy más que nunca necesita políticos de nivel, de esos que hoy escasean.( Por: Francisco Pérez García – Otra Mirada)
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